En
mayo de 1886, D. Bosco termina su último viaje hasta España pidiendo limosna.
Ha sido por encargo del Papa que le ha confiado la construcción de un templo al
Sagrado Corazón de Jesús en Roma.
D. Bosco, encorvado por los años y el cansancio, sube al
altar del grandioso templo para decir Misa. Al llegar a la consagración,
observan los sacerdotes que le ayudan que estalla en llanto. Un llanto largo,
irrefrenable, que dura casi toda la Misa. Al acabarla, casi le han de llevar a
la sacristía. D. Viglietti le pregunta preocupado:
¿Qué le pasa D. Bosco? ¿Se encuentra mal?
D. Bosco sacude la cabeza:
“Tenía viva, ante mis ojos, la escena de mi primer sueño de
los nueve años. Veía a mi madre y a mis hermanos
y oía su voz discutiendo sobre lo que había soñado.
En aquel lejano sueño le había dicho la Virgen: “A su tiempo
lo comprenderás todo”. Y ahora, mirando hacia atrás, le parecía entenderlo
todo. Bien valían la pena tantos y tantos sacrificios, tantos trabajos para
salvar a la juventud.
Con
este pasaje de la vida de D. Bosco, constatamos una vez más, que toda su
obra se consiguió gracias a la
intercesión de nuestra Madre.
A lo largo de su vida, este
hecho se le escuchó en varias ocasiones:
“Ella lo ha hecho todo” o “Todo lo conseguido se debe a un Ave María rezada con
Fe junto a Bartolomé Garelli el 8 de diciembre de 1841”…
En este día 24, fiesta de nuestra
madre Auxiliadora, renovemos nuestra devoción y esperanza en ella, y siguiendo
las indicaciones de nuestro Padre y Maestro D.Bosco, “Acudamos a Mª Auxiliadora
con fe, y veremos lo que son milagros”.
Feliz día de Mª Auxiliadora.
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