Mi
estancia en Pozoblanco ha sido corta. En mi primera ocasión fueron cuatro años
y en la segunda un año.
En
la primera estancia, no me dejaron estar los seis años y me cambiaron a Córdoba
a la casa vocacional.
Los
cuatro años me sirvieron para conocer a la gente, tratarla y hacer amigos.
Fueron unos años muy bonitos.
En
relación con los Antiguos Alumnos la experiencia la divido en varias partes:
·
La sede
·
La cofradía
·
Las fiestas.
La sede:
constaba de dos salas, de la que la principal era la del bar. Lugar de
encuentro, de reuniones, de fiestas, convivencias y competiciones.
Me gustaba ir por allí para ver y charlar con las personas. Una de
ellas que siempre estaba era D. Eusebio Andújar, fiel custodio, cercano a las
personas. Le solían decir D. Eusebio quiere una coca cola y su respuesta era
siempre no, pero se la ponían y terminaba bebiéndosela.
Los sábados era muy bonitos, con el coro ensayando y tomando algo.
Que buenos momentos se pasaban con la música de fondo, la charla y convivencia
después.
Era un sitio bonito y lleno de vida. Era grande la confianza en
las personas. Los salesianos nos íbamos a descansar y ellos quedaban en reunión
o convivencia y se encargaban de cerrar.
Que buenos ratos se pasaban.
Era un lugar que tenía vida a lo largo de todos los días y del
año. Se estaba distendido, comentando distintas cosas, proyectando acciones y
programando diversas actividades.
Con el permiso de los Antiguos Alumnos se usaba para distintos
grupos: invitaciones de profesores, encuentros con alumnos, de familia
salesiana. La generosidad de los Antiguos Alumnos era grande que no era
exclusivo suyo.
En mis tiempos estaba Andrés de Presidente, le doy las gracias y a
su junta por la cercanía, el cariño y la amistad.
También quiero destacar el grupo joven con su trabajo, sus ideas y
su capacidad de soñar para hacer una Asociación mejor.
La Cofradía.
En mis tiempos estaba unida a los Antiguos Alumnos, hubo intentos
de separarse, pero las condiciones no nos gustaban y seguíamos unidos.
Era la vocalía que ayudaba a los socios a vivir la vida de fe y su
experiencia cristiana. Se trabajaba para darle mayor esplendor y mayor
vivencia. Comenzaban los costaleros y se dejaban las ruedas.
Se tenían los oficios con cambios y mayor esplendor.
Se trabajó con la banda chica de los alumnos del Colegio y salía
abriendo camino. José Antonio tuvo mucha importancia en este menester. También
la banda grande se trabajó para añadir a los mayores del colegio y se
integraran en ella.
La salida era muy espectacular. Siempre ponía nervioso Andrés pues
me veía sin vestirme y me preguntaba no sales y me respuesta era no. Ya no
tenía cura para ir con la Virgen. Al final había que salir y se quedaba
tranquilo. Siempre me toco ir detrás de la Virgen, ya me conocía el manto de
memoria y no veía nunca como iba la procesión.
Se
potencio la Borriquita y hubo que compartir sitio en la Iglesia y ayudar a la
que empezaba, pero las relaciones fueron buenas.
Destacar
el trabajo de las mujeres de la cofradía, su cuidado, limpieza y adornos.
Buenas personas con las que se hablaba y se comentaban cosas. Siempre
dispuestas para todo.
Tengo
que decir que no hubo ningún problema con la Cofradía, siempre las relaciones
fueron buenas, cordiales y bonitas.
Las fiestas
Había
muchas, pero destaco dos: La fiesta de la Unión y la Visita a la Virgen de
Luna.
La
fiesta de la Unión decayó un poco, pero era un día muy bonito para el recuerdo
y verse los Antiguos Alumnos.
La
celebrábamos en el pórtico del Colegio. Los que venían eran mayores
principalmente y algunos jóvenes.
Era
un día de escuchar a las personas, oír sus experiencias de niño y de más
mayores.
En
una de ellas lo pase un poco mal. Luis de Torres me dice que un "güisque" al
comienzo de comer es muy bueno. Uno que no estaba acostumbrado le sentó mal y
que mal pase la comida. Ya no he vuelto hacerlo.
La
visita de la Familia Salesiana a la Virgen de Luna era maravillosa. Era un día
de convivencia y cariño a nuestra patrona. Recuerdo el primer año que viene en
el tractor de Aurelio encima de la rueda delantera y dimos una vuelta por el
pueblo, me criticaron por venir de ese modo el director. Se celebraba la
Eucaristía y los distintos grupos buscaban su lugar para la comida. Se
comenzaron a crear actividades y juegos para los niños.
El
peligro era visitar grupo por grupo y aceptar una copa de cada grupo. Si no
tenías cuidado acababas borracho. Algún año cambiamos el vino que llevaban los
salesianos por un recuerdo.
Se
terminaba con la visita a la Virgen y a su casa.
Como
veis mi experiencia con los Antiguos Alumnos fue magnifica y muy buena.
Disfruté e hice amistad con mucha gente. Se lo agradezco y le doy las gracias a
Dios por ponerme en el camino estas buenas personas.
Un
abrazo
Abel
Medina Calles
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